Pelo negro. Gafas negras. Camisa negra. Zapatos negros. Ducados en la boca. Vodka con naranja -en ocasiones limón- encima de una pequeña mesa donde además había un pequeño cenicero y un paquete de tabaco. Y un taburete en el que sentarse. Ese era el atrezo que utilizaba Eugeni Jofra Bafalluy, alias Eugenio, en cada una de sus actuaciones. Contaba chistes, nada más, y nada menos. La gracia de Eugenio no estaba en la calidad de sus chistes, sino en cómo los contaba, una estrategia que años más tarde llevaría a su máxima expresión otro gran contador de chistes, Gregorio Esteban Sánchez Fernández, alias Chiquito de la Calzada. El gesto impertérrito de catalán, su mirada al infinito y su ceja levemente levantada servían casi por sí solas para arrancar las carcajadas del público. Me vienen muchos de sus chistes a la cabeza, pero hay uno que me hace especialmente gracia y que me permito compartir: “Saben aquell que diu que entra un hombre a una tienda y pregunta: ¿tiene trajes de camuflaje? Y el propietario le responde: tener sí tengo, pero hace un año que los estoy buscando”.
Aventurémonos a cambiar algunos parámetros del chiste de Eugenio. Por ejemplo, sustituyamos “trajes de camuflaje” por “proyecto constructivo del nuevo muelle de contenedores del Puerto de Valencia”; y cambiemos “tienda” y “propietario” por “Consejo de Ministros”. Como habrán observado, el chiste ya no tiene ni puñetera gracia. Porque este chiste, aunque lo contara el propio Eugenio, no haría reír a nadie, salvo a unos pocos. Desde que el pasado mes de enero la Autoridad Portuaria de Valencia remitiera a Puertos del Estado dicho proyecto para su posterior elevación al Consejo de Ministros, parece que la documentación debe haberse camuflado entre otras tantas importantes decisiones a las que el Gobierno debe dar su visto bueno. Más de nueve meses lleva dicho proyecto entre las ingentes montañas de papel a las que el Ejecutivo debe dar respuesta.