Con un poco más de calma, aunque todavía con todo en el aire, quizá es un buen momento para reflexionar en torno a la operación “Spider”, que el pasado mes de septiembre consiguió desarticular una organización criminal dedicada al tráfico de cocaína a gran escala en el entorno del Puerto de Valencia.
No seré yo quien entre a juzgar a nadie... ni ganas, vaya. Lo que la Justicia determine, bien determinado estará y si con ello se consigue minimizar el impacto de una lacra tan grande que se expande como el agua entre todos los sustratos sociales, habremos avanzado un poco más como sociedad avanzada que somos o pretendemos ser.
Por el momento, el procedimiento judicial está en marcha y hay que respetar los plazos, el trabajo de los jueces y las presunciones de inocencia o de culpabilidad, valga la redundancia.
No es difícil encontrar en el sector al “cuñado” que todo lo sabía, al que lo veía venir, al que “si yo hablara no quedaba ni uno”. Pues bueno, quizá ahora es el momento de hablar y decir las cosas, porque si vamos de acusaciones gratuitas o de oídas, es mejor callar que esparcir la basura entre el vecindario.
Más allá de cómo se vayan esclareciendo las cosas, hay una evidencia clarísima: el sector logístico, más concretamente el portuario, sigue siendo un perfecto desconocido entre la sociedad española, lo que contribuye a la expansión sin control de tópicos y verdades asumidas en el imaginario colectivo que no son más que falacias.
El curso de la operación “Spider” y todo lo que está ensuciando a su paso exige una reflexión profunda como colectivo
Me explico. Decir que los puertos de Valencia o Algeciras están en el TOP 5 europeo de entrada de drogas, junto a Rotterdam, Amberes o Hamburgo, sin decir que estos recintos, además, son los cinco primeros de Europa en tráfico de contenedores, es una verdad a medias. Ya les aseguro yo que sin volumen de tráfico y sin conectividad marítima mundial, estos puertos no aparecerían en el TOP.
Decir que todo está podrido en el sistema portuario y echar un velo de opacidad sobre todo lo que se mueve alrededor de él es contribuir torticeramente a agrandar un tópico demoledor de los que en este país tienen muchos seguidores. ¿Acaso son verdad los tópicos regionales? ¿Acaso son ultras todos los aficionados al fútbol? Obviamente, no. Desgraciadamente, las acciones reprobables y condenables de unos pocos acaban por manchar el nombre y el prestigio de un grupo.
Nos conocemos desde hace muchos años como para poder certificar que el sector logístico-portuario, y todos los colectivos que lo integran, está compuesto mayoritariamente por personas íntegras, hombres y mujeres honrados y profesionales que contribuyen día a día a mejorar la competitividad del país a través de la eficiencia del comercio exterior. ¿Qué hay manzanas podridas en el cesto? Seguro. ¿Qué no contribuimos a cambiar nuestra imagen porque la opacidad nos ha perseguido desde hace años y nos hemos sentido seguros en ella? Posiblemente también.
El curso de la operación “Spider” y todo lo que está ensuciando a su paso exige una reflexión profunda como colectivo. Las campañas de comunicación, desarrolladas por profesionales y expertos conocedores del sector, pueden ayudar bastante, pero el principio de la solución puede que pase por el establecimiento de procedimientos y rutinas absolutamente transparentes que, además, puedan ser fácilmente verificados desde el exterior.
Justo en ese momento, cuando estemos cubiertos porque tenemos puertas y ventanas abiertas, los problemas pasarán a ser de los demás.