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Un tren que no podemos dejar pasar

  • Última actualización
    23 abril 2024 05:20

De un tiempo a esta parte, el sector logístico se ha visto obligado a dar respuesta a una serie de retos no menores. Las disrupciones de la cadena de suministro provocadas por la pandemia sanitaria, el suceso del “Ever Given”, las crecientes tensiones geopolíticas y sus derivadas en el comercio mundial, el conflicto en Ucrania, o la crisis del Mar Rojo son ejemplos de lo que hemos tenido que sufrir en los últimos cuatro años. El tamaño de todos estos problemas no es menor, al igual que el panorama de alianzas marítimas que se nos viene encima a partir del 1 de febrero de 2025. Hacen bien los profesionales de este sector en estar al tanto al minuto de la evolución de todas estas situaciones. Y para ello nada mejor que saber elegir dónde informarse. Ahí lo dejo.

Sin embargo, desde este Punto de Fuga les animo a estar atentos a otras cuestiones que, si bien no copan los grandes titulares de los grandes medios generalistas ni requieren la atención de nuestros prohombres, sí tienen que ver con nuestro día a día.

Vayámonos al sur. Fijemos la vista en el Estrecho de Gibraltar, pero no para hablar de Tánger ni del ETS, ni de transbordo. Hablemos de Aduanas, y del problema que puede suponer reducir el número de recintos aduaneros de la zona. Enfrascados como andan los Gobiernos de España y del Reino Unido en las negociaciones sobre el futuro estatus de Gibraltar, nadie ha reparado en la posibilidad, cada vez más plausible, del cierre del control fronterizo de La Línea de la Concepción. Andan preocupados los profesionales aduaneros de Algeciras, y no es para menos, por las consecuencias para las empresas y el empleo derivadas de un eventual derribo de la Verja y el traslado de los controles fronterizos al puerto y al aeropuerto de Gibraltar. No es la primera vez que los profesionales aduaneros lanzan esta advertencia. Desde que en 2020 se puso en marcha la negociación del “Protocolo sobre Gibraltar”, se han producido 18 rondas de negociaciones técnicas caracterizadas por el secretismo, tal y como advirtió recientemente el Consejo General de Agentes y Representantes Aduaneros de España. Y eso es lo que perturba y pone de los nervios a los profesionales aduaneros. ¿Y quién no?

La comunicación directa con unos profesionales que aseguran la legitimidad del comercio internacional es un paso más que obligado si se quieren hacer las cosas bien

Está claro que, en este tipo de negociaciones, con tanto en juego, la discreción es fundamental. Sin embargo, se echa mucho de menos algún tipo de input desde la Administración hacia un sector que puede verse muy perjudicado por estas negociaciones. La discreción no tiene porqué estar reñida con la transparencia, por lo que la apertura de un canal de comunicación directo con unos profesionales que aseguran la legitimidad del comercio internacional es un paso obligado si se quieren hacer las cosas bien.

Y ahora vayamos hasta Ceuta y Melilla. Dos aduanas que, si recuerdan, iban a ponerse en funcionamiento de manera inmediata tras el acuerdo alcanzado entre los Gobiernos de España y de Marruecos. Como bien sabrán, la Aduana de Ceuta ni está ni se la espera. Y la de Melilla no ha hecho más que pasar numerosas “pruebas” que suponían su “apertura inminente”. Parece que a los responsables políticos que no hacen nada por desbloquear esta situación hay que recordarles que el comercio internacional se abre camino. Si no es por Melilla, Ceuta o la Línea de la Concepción, será por otro sitio. Y entonces, una vez más, habremos perdido una nueva oportunidad de ser más competitivos, algo que, en la situación actual, es obvio que no nos podemos permitir.