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  • Última actualización
    23 octubre 2025 05:20

Adictos a eximirse de las responsabilidades cuando las cosas pintan mal, usuarios del “ya lo decía yo”, enemigos de la empatía, border liners de la “bordería”, amigos del abuso de la segunda persona del plural... ¿Les suena, no?

Si en la empresa hay que buscar algún elemento tóxico, prueben a hacerlo entre quienes atesoren algunas de estas joyas entre sus habilidades y seguramente no fallarán. Son estos mismos los que no entienden muy bien por qué caen mal a los demás, por qué son apartados sistemáticamente o por qué no forman parte de los procesos de promoción. Eso es así.

Y esto, que es de primero de gestión empresarial o de recursos humanos, resuena cada vez con más fuerza entre quienes se tienen que enfrentar cada día a la compleja tarea de organizar el talento en las empresas. Porque de nada sirve el talento si falla la persona.

Sabemos que en las facultades se pueden enseñar muchos contenidos, que posteriormente podrán ser mejor o peor aprovechados por los estudiantes en su vida profesional, pero desgraciadamente en las aulas no enseñan a ser personas, a ser buenas personas, digo.

Se da por hecho que esto es una enseñanza vital que tiene su origen fundamental en la educación en el hogar y que se va modelando conforme la persona atraviesa diferentes etapas vitales y profesionales. Fiarlo todo a que una persona va a superar todos esos estadios con éxito es lo mismo que apostar a que vas a perder: puedes ganar, pero siempre perderás.

Efectivamente, los estilos educativos parentales no siempre cumplen con su cometido y convendrán conmigo en que en ocasiones es un verdadero milagro que determinados niños crezcan con un mínimo de sentido común.

De nada sirve el talento si falla la persona

Las empresas reciben a las personas en edades en la que ya poco se puede hacer para cambiar actitudes vitales, aunque cada vez se va teniendo más claro en el mundo empresarial que la productividad y la eficiencia no solo pasan por las operaciones, sino también por el comportamiento social y racional de sus empleados.

Vivimos una época en la que proliferan avances que multiplican y promueven el individualismo. Por ejemplo, la utilización masiva de dispositivos móviles como fuente primaria de entretenimiento o el teletrabajo son elementos que, más allá de las virtudes que sin duda pueden tener, no favorecen precisamente la socialización de las personas y, por lo tanto, su crecimiento.

Se multiplican en el mundo empresarial los casos de “desvinculación emocional” de los empleados con sus empresas y de actitudes como las referidas en el primer párrafo de esta columna. Los departamentos de RRHH, o de Personas o de Talento, como se llaman ahora, tienen más trabajo que nunca porque el problema está detectado y se vuelven locos tratando de organizar eventos o actividades internas que tapen las carencias que su propio sistema les ha generado.

En Grupo Diario siempre hemos defendido el valor de la comunicación directa y en primera persona, así como la cercanía personal, la implicación y el establecimiento de vías que favorezcan las relaciones entre las personas que dan vida al sector. En esta línea, el Desayuno Informativo con el ministro Óscar Puente que hemos organizado el día 6 en Las Palmas, viene a profundizar precisamente en nuestro propósito de generar esas fórmulas que nos ayuden a estar con las personas, mirarnos a la cara, compartir experiencias y descubrir nuevas inquietudes.

La excelente respuesta que estamos obteniendo en forma de confirmaciones de asistencia de profesionales del sector de todo el país, demuestra que el camino escogido puede ser más que adecuado.